Titulares

domingo, 4 de diciembre de 2022

Monólogo de un ama de casa



Por Diana Brito

Soy una mujer que pasó de ser ama de casa a trabajar en periodismo para una empresa, lo que había soñado toda mi vida. Contar historias e ir tras las noticias.

El simple hecho de pensarlo me abrumaba, pero era mi sueño, lo soñaba desde los 15 años, quería trabajar para un medio de comunicación, escribiendo, ¡era lo que más me apasiona!

Pero obstáculos se impusieron en mi camino. Que los hijos querían atención, sus presentaciones, actividades y proyectos en la escuela, ¿Quién los iba a ayudar? No encontrar a mamá cuando llegaran, eso me carcomía la mente. Llevarlos a sus clases de karate, ballet, o la iglesia ser responsables de ellos todo el tiempo me lleno de estigmas, de que la responsabilidad era solo mía y no del padre.

¡Ah! Pero hablando del padre, mi esposo. Cuan acostumbrado estaba a que estuviera para él todo el tiempo, trabajar en el negocio, ayudarle con las clases, estar ahí cuando me necesitara incondicionalmente, ¡el solo pensarlo me hacía echar para atrás!, él me tenía segura en la casa, donde nadie me estaría mirando.

Y mi familiares, ¡Cuánto le prestaba atención!, esas llamadas interminables, sin importar la hora, que Juliana, María, Estefany, Juan, Carlitos, Francisca, todos mis hermanos y a cada uno le dedicaba tiempo, pero los más importante y quienes exigían mi tiempo ¡Mis padres! Con ellos era dos horas o hasta tres, sin embargo el tiempo se reduciría poco apoco.

¿Solo tres cosas me impedían ir tras los sueños?

¡NO!

Que tal la casa, tenerla que limpiarla, lavar, planchar, fregar, cocinar, hacer la compra, guardarla, ¡Ah! que difícil sería.

Un día desperté, y dije: también tengo un sueño, no soy solo yo en la casa, cada quién está trabajando para llegar a alguna parte, pero yo estoy estancada, cuando todos se vayan quedaré yo, y el anhelo de nunca lograr mi sueño.

Saldré a trabajar, no es cuestión, de ser o no ser. Es simplemente decir sí, tú puedes lograr lo que te propongas.

Hoy en día mi mente, se abre cada vez más, mis ideas fluyen, la casa es un desorden, el marido se queja de mi poco tiempo (aunque hace lo mejor que puede para salir solo adelante), los hijos se adaptan, hacen berrinches, no quieren que salgan. Pero me adapto, me adapto a las circunstancias y junto a ellas quienes me aman.

Entendí, que hacer lo que me apasiona, no simboliza ser egoísta, simboliza quererme. ¡Sí! Quererme.
« PREV
NEXT »

No hay comentarios

Publicar un comentario